AL BORDE DE LOS 30

Y llegó el año de los temidos 30. El cambio de década. El señoreo. Empiezan los achaques, los bochornos, las ansiedades, pero no nos pongamos dramáticas, también llegan las grandes celebraciones, la madurez, la independencia, la sabiduría (todos estos adjetivos cuestionables, déjame ser, me lo repito para sentirme mejor). Estás en el mejor momento de tu vida, la flor de la juventud, los años de oro. Chibola (los 30s son los nuevos 20s), pero no tanto. Ya puedes comprar lo que quieres (casi todo, no te afanes), sin morir de hambre en el intento. Has aprendido a cuidar tu cuerpo #micuerpoesmitemplo. Ya no te intoxicas tomando Jean Nate en botella de vidrio. Cuando escuchas la palabra Paramonga, ya no te suena a previos en el parque, ahora sabes que es el nombre de un lugar. Puedes darle a tu perro la vida que se merece. Ya no te importa lo que los demás piensen, eres una mujer segura de sí misma #mujerempoderada. La comodidad pesa más que la elegancia. Hemos crecido en un mundo duro, sin tecnología, sin las facilidades de hoy en día. Somos personas que crecieron en un mundo sin tutoriales de YouTube y lo logramos. Aprendimos con Baldor e investigamos en Encarta. Crecimos con toque de queda y apagones. Somos seres resilientes, tenaces, vehementes, que no se amilanan antes cualquier obstáculo (salvo que este obstáculo se presente antes de la primera taza de café del día). Porque un breakdown lo puede tener cualquiera, todos vimos lo que le pasó a Britney y aprendimos de eso.

Tú que has jugado Mario Bros y Fifa en Super Nintendo, (si eres de las que jugó en Atari, ese si ya es otro level). Tú que has bailado al son de la Macarena, El Niágara en Bicicleta y Mayonesa con tus glowsticks en la mano. Tú que has hecho karaoke con las canciones de Pandora y Alejandra Guzmán, y que has llorado junto a tu amiga cuando cantaban juntas Cosas del Amor, versión de Vicky Car y Ana Gabriel. Tú que has pasado las vacaciones de verano viendo Parchis (ojo, la versión de los 90s, tampoco te pases) y bailando Marinero Marinero. Tú que lloraste cuando Cebollitas quedó segundo, y creciste jurando que algún día te harías a algún profesor #torbellinooriginal (las cosas que nos enseñaban en la tele). Tú que te enviciaste con snake en tu Nokia de pantalla verde. Tú que jugabas mundo en el recreo, coleccionaste taps, y gritaste ampay me salvo.

Si eres una de esas personas, bienvenida a los 30. Bienvenida a esta hermosa tercera década de vida. Bienvenida a los achaques y a los goces, a la señofobia y al diclofenaco. Bienvenida a vivir la vida como te dé la gana, sin rendirle cuentas a nadie y con una inmensa sonrisa en la cara. Porque la vida es una y como dice mi tía Chuchi “vive la vida y no dejes que la vida te viva”.